Thursday, October 13, 2005

La burla de la aurora

Cada segundo era una tortura. El reloj me taladraba y no me dejaba pensar, ni siquiera para reaccionar correctamente, para disimular ante los demás.

Demasiada gente sabía que te esperaba, y demasiada gente sabía y me dijeron que no ibas a llegar. Pero mi esperanza estúpida te seguiría esperando... ¿qué importaban 1, 2, 2 horas y media de tiempo muerto, de tiempo desperdiciado, de tiempo angustiado?

Ya no hablaba, solo estaba y ya me nublaba insalubremente. Tuve que cerrar los ojos, si los abría brotarían ríos de mi alma que ya tenía un huequito.

Pasaron más minutos, la música estaba muda, mis reacciones no eran asimiladas, me sentí zombie, y como zombie actúe, a presión ajena, sólo por conocer lo que quería conocer con él... y dolió.

Duele tener la boca seca, a pesar del beso eterno, porque no eran esos labios los que los míos querían explorar en textura y sabor, no eran esos brazos los que la abrazarían, no era eso lo que debía pasar...

Y la aurora se burló de mí... Sólo yo creía en las posibilidades, en un sueño iluso que lamentablemente dependía de vos.

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