Herida
Una cuchilla se aproxima a mi piel. La palma de la mano está abierta y ya sabe que está en medio del trayecto del alma punzante, hiriente, atravesante...
Sólo el viento y el tiempo alarga lo inevitable... que ese plateado material no quiera teñirse de rojo y de negro y de duelo; pero el contacto entre las dos superficies es un hecho. Ya duele, quema, desgarra y mutila. Y sin embargo la mano permanece. La palma sigue abierta y abierta está la piel, el músculo y se ven los huesos.
Gota a gota mi esencia de vida va a dar al suelo pero la palma sigue firme, ¡cómo duele el tatuarse en los huesos el nombre de alguien que no lo merece! Pero ¿porqué no me quiero mover?
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